Fruto de su servicio como arquitecto de Fomento, Ricardo Velázquez Bosco recibió el encargo de construir una nueva Escuela de Ingenieros de Minas, con emplazamiento en un solar de la madrileña calle de Ríos Rosas. El autor presentó su proyecto en 1884, pero el inicio de las obras se retrasaría hasta 1887.

Un edificio de planta rectangular con patio central cubierto, que distribuyen en sus cuatro lados una sucesión de distintas galerías o pabellones. En la fachada principal sobresale el pórtico de acceso, jerarquía común en la obra de Velázquez Bosco para brindar mayor monumentalidad al edificio. Este pórtico, precedido de una escalinata, muestra un acceso soportado por pilastras y coronado por un balcón provisto de columnas de orden jónico.

Los cuatro torreones que rematan los ángulos exteriores ofrecen al inmueble un carácter clasicista, conseguido a partir del pequeño pórtico alrededor del vano que preside las cubiertas de los torreones junto con los trabajos de escultura.

El eje inferior del edificio muestra un largo almohadillado realizado en ladrillo blanco, sobre el que se abren vanos adintelados, con un basamento en piedra granítica rematado en una moldura de piedra calcárea para las fachadas. Por su parte, el eje superior está resuelto con el habitual ladrillo, tan del gusto del arquitecto.

A diferencia de la fachada principal, provistas de vanos a ambos lados del pórtico de acceso, las laterales solamente presentan ventanas en los torreones. Sin embargo, una rica decoración de azulejos realizadas por Daniel Zuloaga recorre todo el alzado del plano superior. Las composiciones de estos azulejos son de carácter alegórico. La fachada oriental, ideada por el pintor Manuel Domínguez, representalas ciencias físicas, con especial atención a la mineralogía y sus sabios más destacados. Por su parte, la fachada occidentales obra de Vicente Oms y muestran los diversos procedimientos de extracción del mineral, las aguas minerales y la aplicación de los metales para la fabricación de maquinaria y artes.

En el interior, destaca el patio rematado con una cubierta de hierro laminado y cristal, que acoge dos plantas superpuestas con columnas jónicas y arcos de medio punto. Dos de las dependencias destacadas que parten de este patio son el museo y la biblioteca, iluminadas, en ambos casos, por la luz cenital que penetra a través de un tragaluz soportado, como ocurre en el patio central, por unas estructuras de hierro, aunque en estas dependencias a menor escala. Completan estas estancias los armarios de madera de nogal que albergan los fondos da la biblioteca, los archivos y otras colecciones.

El complejo de Minas atareó a Velázquez Bosco durante años, al ser responsable también de los laboratorios que se anexionaron de forma contigua al edificio —hoy desaparecidos—. Sin duda, la Escuela resultó un edificio innovador gracias a las ricas y extensas decoraciones cerámicas en las fachadas, y a los espacios del patio y la biblioteca que mantienen algunas de las estructuras de hierro y tragaluz de cristal más esbeltas de la ciudad.

Calle de Ríos Rosas, 21, 28003 Madrid